Era un lunes por la tarde cuando llega a la consulta de cirugía de la Facultad de Veterinaria un hombre de unos 30 años, alto, espigado, tez aceitunada y pelo moreno, recogido con una goma en forma de cola de caballo. Vestía pantalón de paño negro y camisa negra y unas alpargatas de esparto bastante gastadas. De raza gitana… se llama José.

La expresión de la cara era una mezcla de tristeza, cansancio y desesperación.

Venía con un galgo de color canela en sus brazos, ¡andando! desde el pueblo de Hortaleza. Hay que tener en cuenta que la Facultad de Veterinaria se encuentra en Puerta de Hierro y Hortaleza está al otro lado de Madrid. De ahí su cansancio.

Le pregunto por que viene de tan lejos y no lo ha llevado a una clínica más cerca de su casa y me responde con lágrimas en los ojos.

Tengo mujer y tres churumbeles (hijos) y somos pobres, vivimos en una chabola. Me dedico entre semana a la rebusca, a recoger cartón y a la chatarra y los domingos salgo por los campos de alrededor a cazar con mi galgo. De ahí su desesperación.

Al pretender hacerle la historia clínica, no nos dejaba hacer las preguntas oportunas. No paraba de interrumpir. Por lo que decidí dejarle que se desahogara.

Mire Doctor, ayer por la mañana corriendo una liebre en el campo ya cerca de una viña, cuando estuvo a punto de alcanzarla, la liebre le hizo un quiebro y el perro metió la pata en un agujero, sufrió un revolcón, se levantó aullando de dolor y cojeando. Mientras, la liebre encontraba el perdedero y desaparecía. De ahí su tristeza. Era la única carne que comerían sus churumbeles en toda la semana.

Una vez desahogado comenzamos la exploración: A la inspección se aprecia desviación angular del muslo derecho con gran inflamación, acortamiento y movilidad anormal.

A la palpación, gran tumefacción, y crepitación a la movilidad forzada, en tercio medio del muslo, que despierta dolor y respuesta instintiva del animal, pero que se queda a mitad de camino. No nos quiere morder, como si supiera que lo hacemos para curarle. El único gesto que hace es volver la cabeza a su dueño como queriendo decirle: estos payos me están haciendo polvo.

Presunta fractura de fémur.

Mandamos hacerle una radiografía, para ver el tipo de fractura y estudiar su posible resolución, y un pre-operatorio (Analítica y Electrocardiograma) para ver su estado general y las posibilidades de operar.

Diagnóstico radiológico – fractura espiroidea de tercio medio de fémur. No hay tercer fragmento.

Es una fractura sin complicaciones pero por su forma es imprescindible operar.

El resto de las pruebas están dentro de la normalidad.

Le comunicamos al dueño que la única posibilidad es la operación. Se queda pálido, no tiene dinero.

Le decimos que no cobramos la consulta, ni la operación, solo los gastos de material son los que suelen pagar los dueños de las mascotas, pero que en su caso no le cobraremos nada.

Se monta el quirófano, se anestesia al animal y realizamos una reducción bajo rayos X e inmovilización con la colocación de un clavo intra medular introducido a través de una incisión en la fosa trocantérea.

Ponemos un vendaje de escayola y esperamos a la recuperación de la anestesia.

Durante la recuperación el dueño, ya más tranquilo, no se separa de él y no cesa de acariciarle.

Cuando le estamos dando las recomendaciones del postoperatorio aparece un alumno que le entrega una bolsa con las medicinas que ha de tomar durante dos semanas, las cuales ha conseguido de la farmacia del hospital, indicándole las pautas a seguir.

Acto seguido otro alumno nos dice que vive en Arturo Soria y les llevará en su coche a él y a su perro hasta su casa y se compromete a traerlos para las revisiones siguientes, a las dos y cuatro semanas.

La evolución postoperatoria es satisfactoria.

Verificada radiológicamente la consolidación de la fractura, con la formación de un buen callo óseo, se procede a la extracción del Clavo de Küntscher y se le da el alta. Indicándole que debe recuperar la musculatura con ejercicios de natación y largos paseos con correa, que no le deje en libertad y que no haga ejercicios violentos, como saltos, carreras, etc.

A principios del otoño siguiente, un buen día, aparece José muy ufano con su galgo y una bolsa en la mano.

Muy ceremonioso me la entrega, abro la bolsa y…. Doctor, es la primera liebre que ha cazado él después de la operación.¡GRACIAS!